La cuarta revolución industrial y el futuro de la vida

La transformación de las tecnologías, que cada vez ocurre de una manera más rápida y que involucra a más personas, cosas y territorios en el mundo, produce en muchas personas una admiración que raya en el deslumbramiento, así como en otras crea una sensación de miedo e incertidumbre, ocasionadas por la incapacidad para imaginar el futuro al que nos dirigimos a la carrera. Las listas de los cambios ocurridos en los últimos cinco años son inmensas y los procesos disparados por la necesidad de innovar como único camino posible para subsistir en la nueva competencia por la riqueza, el control y el poder, no tienen manera alguna de predicción y portan en sí mismos la sensación de que la humanidad se quedó atrás en un mundo de máquinas, algoritmos y sistemas inteligentes capaces, incluso, de reprogramarse a sí mismos y adaptarse a ambientes cambiantes sin necesidad de la intervención de sus creadores humanos.

 

[…] la humanidad se quedó atrás en un mundo de máquinas, algoritmos y sistemas inteligentes capaces, incluso, de reprogramarse a sí mismos y adaptarse a ambientes cambiantes sin necesidad de la intervención de sus creadores humanos

 

Los sistemas interconectados, con su pretensión universal, constituyen el suelo del que emergen las redes que se despliegan sin límite, para construir un mundo en el que los sistemas físicos y virtuales se entrelazan con tanta flexibilidad que la imagen que diera Bauman de un mundo líquido, es más que pertinente. Klaus Schwab, el poderoso magnate estadounidense del acero, nacido en la Alemania de 1938, fundador y jefe único del Foro Económico Mundial, conocido mejor como el Foro de Davos, publicó un libro en el año 2016 para explicar la dedicación del Foro a la comprensión, estímulo y control de lo que él llamó la Cuarta Revolución Industrial[1]. El poder del Foro y de Schwab mismo es muy grande por el alcance de sus decisiones y por las estrategias de difusión que establecen para dar la sensación de pensamiento universal a sus ideas sobre el tipo de mundo que están creando y sobre la sociedad correspondiente en la que todos debemos vivir.

 

Schwab nuestra que la fusión de tecnologías variadas y disímiles a través de los grandes dominios físicos, digitales y biológicos, aseguran una transformación inimaginable de la vida en la tierra. En las primeras páginas de su libro, Schwab dice que “Aún tenemos que comprender plenamente la velocidad y la amplitud de esta nueva revolución. Consideremos las posibilidades ilimitadas de tener miles y millones de personas conectadas mediante dispositivos móviles, lo que da lugar a un poder de procesamiento, una capacidad de almacenamiento y un acceso al conocimiento sin precedentes. O pensemos en la impresionante confluencia de avances tecnológicos que abarca amplios campos, como la inteligencia artificial (IA), la robótica, el Internet de las cosas (IoT), los vehículos autónomos, la impresión 3D, la nanotecnología, la biotecnología, la ciencia de materiales, el almacenamiento de energía y la computación cuántica, por mencionar unos pocos” (Schwab, 2016, p. 13).

 

Los poderosos del Foro de Davos ejercen su ilusión de dioses para soltar las amarras de la vida autocontrolada por sistemas de relaciones establecidas por la evolución en un larguísimo tiempo y alteran con afán todos los sistemas conocidos para obligar a la naturaleza a obedecer a fuerzas novedosas cuya liberación tiene efectos que aún no conocemos y consecuencias que no logramos comprender. Cada página del libro de Schwab parece un recuento de fábulas tremendas, que describen cuerpos humanos y animales cuya genética es alterada para lograr modelos humanos idealizados por el racismo, el patriarcalismo y la arrogancia y tipos animales que requieren menos inversión en alimento y cuidado para producir células, órganos y partes que puedan llegar a los mercados en mayor volumen y menores costos y tiempo. Este camino se inició con la transformación genética de las plantas, cuyos resultados sobre la ecología planetaria, la sostenibilidad del planeta y la salud y pervivencia humana aún están en entredicho.

 

Para Schwab el mundo de su construcción es disruptivo, basado en la innovación constante, impredecible e incierto, pero emocionante para los ganadores de esa nueva competencia, en la que no cabe el pensamiento preventivo, el principio de precaución, ni la legislación que trata de proteger la vida: “Los cambios son tan profundos que, desde la perspectiva de la historia humana, nunca ha habido una época de mayor promesa o potencial peligro. Mi preocupación, sin embargo, es que quienes adoptan decisiones quedan, demasiado a menudo, atrapados en el pensamiento tradicional, lineal (y no disruptivo), o están demasiado absortos en preocupaciones inmediatas como para pensar estratégicamente sobre las fuerzas de la disrupción y la innovación que le dan forma a nuestro futuro” (Schwab, 2016, p. 15).

 

Así, en el año 2016, introduce su llamado al control político, la desregulación o la conformación de paquetes de legislación que faciliten y protejan lo que considera imparable, puesto que “los niveles necesarios de liderazgo y comprensión de los cambios en marcha, en todos los sectores, son bajos en comparación con la necesidad de rediseñar nuestros sistemas económicos, sociales y políticos para responder a la cuarta revolución industrial”. Observa que es necesario un marco institucional adecuado, tanto en los países como en el mundo, para “dirigir la difusión de la innovación y mitigar la disrupción” y plantea la urgencia de un proceso sistémico de propaganda ya que considera que “el mundo carece de una narrativa consistente, positiva y común que describa las oportunidades y los desafíos de la cuarta revolución industrial, una narrativa que es esencial si queremos empoderar a un conjunto diverso de individuos y comunidades, y evitar una violenta reacción popular contra los cambios fundamentales en curso” (Schwab, 2016, p. 22).

 

[ … ] alteran con afán todos los sistemas conocidos para obligar a la naturaleza a obedecer a fuerzas novedosas cuya liberación tiene efectos que aún no conocemos y consecuencias que no logramos comprender

 

Schwab escribe que ese conjunto de cambios políticos y culturales tiene su ecosistema ideal y necesario dentro del entorno constituido por la globalización económica y la llamada “sociedad del conocimiento”. Fortalecer las condiciones de la globalización y educar para que las nuevas generaciones no tengan reparos a la manera como ocurren las cosas son condiciones que preparan el futuro tal como lo ve el fundador y director ejecutivo del Foro Económico Mundial: “La realidad de la disrupción y la inevitabilidad de los efectos que tendrá sobre nosotros no significan que seamos impotentes ante ella. Es nuestra responsabilidad asegurarnos de establecer un conjunto de valores comunes para tomar decisiones políticas correctas e impulsar aquellos cambios que conviertan la cuarta revolución industrial en una oportunidad para todos” (Schwab, 2016, p. 28). La imposición de “valores comunes” en un mundo diverso y la adopción de “políticas correctas” son la esencia de la preocupación de este “optimista pragmático”, como él se califica, cuando declara que “el consumidor parece ser el gran ganador. La cuarta revolución industrial ha hecho posible nuevos productos y servicios que aumentan prácticamente sin costo alguno la eficiencia de nuestras vidas como consumidores” (Schwab, 2016, p. 26).

 

“La realidad de la disrupción y la inevitabilidad de los efectos que tendrá sobre nosotros no significan que seamos impotentes ante ella. Es nuestra responsabilidad asegurarnos de establecer un conjunto de valores comunes para tomar decisiones políticas correctas e impulsar aquellos cambios que conviertan la cuarta revolución industrial en una oportunidad para todos” (Schwab, 2016, p. 28).

 

El lenguaje del optimismo está saturado de conceptos como económico, rentable, empoderamiento, conexión, consumo, demanda y mercado. Sin embargo, Schwab no desconoce los peligros de esa “revolución imparable” y propone acciones para despejarle el camino: “Es en el campo biológico donde veo los mayores retos para el desarrollo tanto de normas sociales como de legislación adecuada. Nos enfrentamos a nuevas preguntas sobre lo que significa ser humanos, qué datos o información sobre nuestro cuerpo y nuestra salud pueden o deberían ser compartidos con los demás, y qué derechos o responsabilidades tenemos a la hora de cambiar el código genético de generaciones futuras” (Schwab, 2016, p. 40). Pero también dedica mucho de su libro a explicar la inevitabilidad de los impactos sobre el trabajo, el empleo, las nuevas aptitudes necesarias para adaptarse a la velocidad del cambio y las nuevas reglas del juego en las que anuncia que quienes se queden afuera están condenados a desaparecer.

 

“[…] la tendencia es hacia una mayor polarización en el mercado laboral. El empleo crecerá en puestos de trabajo cognitivos y creativos de altos ingresos y en ocupaciones manuales de bajos ingresos, pero disminuirá con fuerza para los empleos rutinarios y repetitivos de ingresos medios” (Schwab, 2016, p. 57).

 

En este panorama, los pobres constituyen un mercado asegurado: “la cuarta revolución industrial ofrece la oportunidad de incorporar a la economía mundial las necesidades insatisfechas de dos mil millones de personas, lo que motiva una demanda adicional de productos y servicios existentes mediante el empoderamiento y la conexión entre sí de personas y comunidades en todo el mundo” (Schwab, 2016, p. 51). El desempleo ocasionado por la irrupción de la tecnología implica disminución del consumo y, por tanto, es uno de los aspectos cuyo estudio se estimula desde el Foro: “Soy muy consciente del posible impacto deflacionario de la tecnología […] y de cómo algunos de sus efectos distributivos pueden favorecer al capital sobre el trabajo y también reducir los salarios (y por tanto el consumo)” (Schwab, 2016, p. 46). Desde hace más de quince años, una investigación acerca de los efectos sobre el empleo en los Estados Unidos había mostrado que casi la mitad de los empleos de este país estaban en riesgo de ser destruidos, lo cual hoy ya es una realidad aterradora: “[…] la tendencia es hacia una mayor polarización en el mercado laboral. El empleo crecerá en puestos de trabajo cognitivos y creativos de altos ingresos y en ocupaciones manuales de bajos ingresos, pero disminuirá con fuerza para los empleos rutinarios y repetitivos de ingresos medios” (Schwab, 2016, p. 57). El “hundimiento de toda la base de la pirámide de las capacidades laborales” llevará sin duda a fortalecer la desigualdad y aumentar las tensiones y protestas sociales, lo que exige investigación y propuestas que aseguren el éxito de la cuarta revolución.

 

No obstante, para Schwab, las instituciones académicas actuales no tienen la capacidad para responder en el tiempo y con la soltura de atavismos que se necesitan en estos años: “La evidencia con que contamos hoy en día, sin embargo, indica que los incentivos de carrera y las condiciones de financiación en las universidades favorecen actualmente los programas de investigación conservadores y graduales por encima de los programas audaces e innovadores. Un antídoto contra la investigación conservadora en el ámbito académico es la promoción de formas de investigación más comerciales” (Schwab, 2016, p. 41). Las diferentes modalidades de cooptación y captación de investigadores por contrato se implementan como una parte fundamental de la búsqueda de caminos para enfrentar el malestar social y la respuesta política opositora. Un amplio programa de transformación cultural que incluye a los objetivos y financiamiento de la investigación, que se basa en la idea de que sólo hay un modelo de educación posible, y que pretende fortalecer una visión negativa de la diversidad y superar los escollos de éticos que sobreviven, delinea la tarea por emprender desde el Foro de Davos: “Los modelos operativos emergentes también significan que se deben rediseñar el talento y la cultura a la luz de los nuevos requisitos en cuanto a capacitación, y la necesidad de atraer y retener al tipo adecuado de capital humano […] las culturas deben evolucionar” (Schwab, 2016, p. 82).

 

La “Cuarta Revolución Industrial” descrita por Klaus Schwab de manera detallada y muy clara, avanza en un entorno académico y político acrítico. Es innegable que los cambios tecnológicos pueden ser utilizados para construir una vida mejor para todos. Sin embargo, estamos involucrados en una fiesta pagada por la contraparte y, en la borrachera de éxito que nos anima, no somos conscientes de los peligros de la desaparición de los rasgos fundamentales de humanidad que deben guiar nuestras vidas para poder vivir mejor. En el libro de Schwab no hay lugar para “las virtudes cotidianas” descritas por Michael Ignatieff, no existe la solidaridad, ni el amor, ni siquiera la preocupación por la vida. Claro que la vida aparece como parte central de sus relatos, pero sólo porque puede ser objeto de manipulación y dominio. La única libertad que se permite es la libertad de mercado y la única razón de interés por las personas es porque son “consumidores”

 

 

 

 

Hace pocos días se celebró en Medellín el XXIII Encuentro Internacional Virtual Educa, una fiesta organizada por las autoridades locales, con presencia masiva de miles de niños estudiantes y maestros, para oír a un grupo de académicos comprometidos con el futuro y para participar de una feria de la mecánica, la robótica y la virtualidad, un escape momentáneo de la realidad. Este será el tema de la próxima columna.

 

 

 

 

 

 

 

 

[1] Schwab, Klaus (2016). La cuarta revolución industrial. Barcelona, Debate, 224 p. El original en inglés, The Fourth Industrial Revolution (2016), fue publicado en Ginebra por el Foro Económico Mundial.

Antropólogo

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