Vivir sabroso

El lema más conocido de los impulsores del neoliberalismo es: “tanto mercado como sea posible, tanto Estado como sea necesario”, y quienes lo aplicaron en Colombia desde la última década del siglo pasado han dejado hoy un sector público bastante debilitado, con las consiguientes secuelas de hambre, desempleo y pobreza, y un sector privado que controla un alto porcentaje de los negocios, usufructúa la mayor cantidad de tierra fértil y concentra la prestación de servicios básicos, el comercio, los servicios financieros y la extracción de minerales.

 

Este lema, salvaguardado por entidades como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y hasta el Banco Mundial y los bancos centrales de casi todos los países del mundo, se ha convertido en un dogma revestido de teoría, de manera que todo gobierno que se separe de éste, será sancionado con menos préstamos internacionales en condiciones favorables de pago, menos o nula cooperación internacional para enfrentar situaciones de hambre o pandemia y menos oportunidades de concurrir al comercio mundial, sobre todo cuando se trata de vender productos agrícolas o procesados nacionales.

 

El gobierno del Pacto Histórico y el acuerdo nacional, liderado por Gustavo Petro y Francia Márquez, desde el 7 de agosto pasado se enfrenta al reto de romper este dogma y recobrar el espíritu constitucional de 1991, que sentó las bases para erigir un Estado Social de Derecho, en el que dos de los principales factores de impulso económico y social sean la inversión en educación y salud, incluyendo la alimentación y nutrición de la población en pobreza y las pequeñas, medianas y grandes economías productivas.

 

De superarse este reto en estos cuatro años, se dejarían sentadas sólidas bases para continuar la transformación de la estructura económica del país, de manera que la agricultura, la industria, la tecnología y el turismo, sean los pilares del crecimiento económico, lo cual facilitará la garantía estatal de derechos económicos y sociales, ambientales y de desarrollo, apelando en especial a unos impuestos progresivos, donde todos aporten, pero quien tenga más, aporte más, y quien tenga menos, aporte menos.

 

 

Un Estado que se financie con menos deuda externa e interna, disminuya sensiblemente el déficit fiscal y recaude un fuerte volumen de impuestos, tendrá más posibilidades de adelantar programas sociales que amplíen coberturas, garanticen el disfrute permanente de derechos y promuevan calidad de vida en el corto, mediano y largo plazo.

 

Por supuesto que superar el reto de pasar de una economía donde el mayor beneficiario sean las grandes empresas a una economía en que el principal beneficiario sean las capas medias y pobres de la población, implica conseguir una pronta paz total con todos los actores armados que persisten en su accionar, el sometimiento a la justicia de grupos ilegales vinculados al narcotráfico y otras actividades ilegales de minería, tala de bosques y acciones inmediatas contra el hambre de buena parte de la población.

 

Otro instrumento que contribuirá a esta tarea, es la formulación del plan de desarrollo 2022-2026, el cual deberá hacerse, atendiendo las orientaciones del presidente Petro, mediante una dinámica de diálogos regionales vinculantes que posibiliten que las aspiraciones prioritarias de las distintas regiones sean ley y, por tanto, deban ser consideradas parte del presupuesto nacional.

 

 

 

Hacia el futuro inmediato, se abre un camino en el que la integración latinoamericana recobra significado, incluyendo la probabilidad de una moneda única, se piense en fórmulas como canjear deuda externa por gasto social interno, con fines de preservar el patrimonio natural del país y del continente y la política contra las drogas ilícitas debe virar de guerra, incluyendo a los consumidores, a inversión en las economías campesinas, familiares, comunitarias y étnicas.

 

 

La actual coyuntura mundial, oscilante entre guerras, recesión y eventuales nuevas pandemias, adquiere en Colombia un matiz distinto, pues en el país, después de vivir largos años en medio de violencias armadas, exclusiones, racismos, despojos de tierras, desigualdades, inequidades, xenofobias, homofobias, crímenes de Estado, corrupción a gran escala, entramos a un largo periodo en que logremos vivir sabroso, es decir vivir sin miedo y haciendo uso de todas nuestras potencialidades.

Economista y Magíster en Historia. Consultor de Indepaz

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